“Un canillita es un vendedor callejero de periódicos y revistas, aunque también se puede atribuir la palabra a los puestos callejeros fijos.
Se considera que esta denominación surge debido a la repercusión del sainete “Canillita” de Florencio Sánchez. La obra recrea la situación de un niño de unos 15 años aproximadamente, que trabaja vendiendo periódicos en la calle para mantener a sus padres, y que es tal su pobreza que tiene unos pantalones relativamente nuevos” que le han quedado cortos al crecer el personaje en su adolescencia mostrando así las “canillas”.
La palabra “canillita” es entonces un lunfardismo que ha pasado a ser parte del idioma habitual de Uruguay, Argentina y Paraguay, inicialmente denominaba a los menores que vendían periódicos callejeramente, luego a cualquier vendedor callejero de periódicos cualquiera fuera su edad (desde fines de s. XX los vendedores callejeros de periódicos casi han desaparecido totalmente por diversos motivos) y se ha trasladado el término “canillita” a los vendedores de periódicos y revistas etc, fijos en puestos o “quioscos” de ventas de diarios y revistas.
En Uruguay el día del canillita es celebrado el 26 de mayo, en memoria de Adrián Troitiño Alcobre (fundador del sindicato de los canillitas),
El Canillita sigue presente en la cultura popular de Montevideo. Una estatua lo recuerda en la esquina de las calles Colonia y Eduardo Acevedo, oficialmente, la explanada del Banco de Previsión Social se llama “Plaza del Canillita”. El escritor y político Emilio Frugoni le dedicó un sentido poema, en uno de sus versos lo describe cariñosamente como “pajarito de un ala”. Una canción de Jaime Roos interpretada por el Canario Luna lo inmortaliza como ninguna otra expresión artística: “El grito del Canilla”, cuya letra lo define acertadamente como “aquél que trabaja y canta, viviendo a puro pulmón”.