La eutanasia puede ser un derecho a morir dignamente; este proyecto es un riesgo a vivir indignamente
La eutanasia como derecho.
La eutanasia se presenta, para muchas personas, como una opción legítima y compasiva para quienes padecen enfermedades terminales o sufren de manera irreversible.
En este marco, la dignidad no es solo el respeto a la vida, sino también el respeto a la muerte. Considerar la eutanasia como un derecho significa reconocer la autonomía personal y la posibilidad de evitar un final marcado por la agonía, la dependencia extrema o la pérdida total de calidad de vida.
Sin embargo, este derecho solo cobra verdadero sentido si viene acompañado de todas las alternativas que permitan al paciente decidir libremente, y no por descarte. Entre ellas, el acceso garantizado y de calidad a los cuidados paliativos, algo que el actual proyecto de ley no asegura.
Cuando un derecho mal implementado se convierte en un riesgo
La crítica principal a este proyecto no está dirigida contra el concepto de eutanasia en sí, sino contra la manera en que se busca legislarlo.
Un diseño deficiente de la ley no solo puede fallar en su propósito de garantizar una muerte digna, sino que podría generar condiciones para que más personas vivan —y mueran— en la indignidad.
Los principales riesgos son:
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Presión sobre los pacientes
Personas mayores, enfermos crónicos o dependientes podrían sentir que son una carga para sus familias o para el sistema de salud, y verse empujados a elegir la eutanasia como una “salida responsable”. -
Ausencia de cuidados paliativos garantizados
Si la ley no asegura el acceso universal y gratuito a cuidados paliativos, la eutanasia puede transformarse en la opción más fácil y barata, en lugar de ser la última alternativa. -
Fallas en los controles y la supervisión
La falta de mecanismos estrictos abre la puerta a diagnósticos erróneos, decisiones apresuradas o incluso abusos que conduzcan a muertes irreversibles sin que la persona haya recibido toda la información y apoyo necesarios. -
Definiciones legales ambiguas
Conceptos como “sufrimiento insoportable” o “enfermedad terminal” deben ser definidos con precisión. Si quedan a libre interpretación, se corre el riesgo de que personas con alternativas reales sean incluidas indebidamente.
La ironía peligrosa
La eutanasia, como derecho, puede ser un acto profundamente humano. Pero un proyecto de ley mal diseñado puede convertir ese ideal en un arma de doble filo: en lugar de proteger la dignidad, puede debilitar el valor que damos a la vida misma.
Por eso, decir “sí” a la eutanasia no significa decir “sí” a cualquier ley que la regule. Defender la dignidad implica exigir garantías, controles y alternativas reales para que la decisión final sea verdaderamente libre.
Este proyecto, tal como está, es un riesgo a vivir indignamente.
No rechacemos el debate, pero sí rechacemos que se legisle con urgencia y sin las protecciones necesarias.
NO a este proyecto de eutanasia.
Sí a una discusión profunda y responsable.